domingo, 2 de mayo de 2010

Olvidado

Su aspecto pegajoso y descuidado destacaba. Tenía una larga barba y su enmarañado cabello tomaba un color grisáceo por el paso del tiempo neutro. Miró a un lado y a otro del vagón del metro en el que se hallaba (línea seis si mal no recuerdo), y con ojos cansados alzó la voz:

- Señores, señoras, les relataré una poesía a cambio de una pequeña ayuda económica.

"¿Quién dejará, del verde prado umbroso,
las frescas yerbas y las frescas fuentes?
¿Quién, de seguir con pasos diligentes
la suelta liebre o jabalí cerdoso?

por seguir los incendios, los temores,
los celos, iras, rabias, muertes, penas
del falso amor que tanto aflige al mundo?

Del campo son y han sido mis amores,
rosas son y jazmines mis cadenas,
libre nací, y en libertad me fundo."

Mientras el olvidado poeta relataba con grácil sencillez sus bellos versos, me irritaba comprobar que nadie escuchaba, al contrario, cada vez el inmundo vagón era envuelto en un ruido más ensordecedor. Un intenso pitido radiado que hacía aparecer una arruga nueva en su demacrado rostro. La masa alienígena que nos rodeaba cercába sus palabras, por ser diferente, cuando los raros eran ellos.

Él nació niño, él morirá viejo. Por ello somos iguales, nuestra sangre siendo distinta es la misma. Su barba revuelta muestra la luz de una sabiduría acumulada tras décadas de aprendizaje. Solo buscaba algo que hecharse a su boca plagada de llagas, no pide mas, su pequeño rincón en aquella plaza es lo único que necesita.

Tras no recibir nada, bajó en la siguiente estación, más vacío de lo que entró. Si seguimos sus pasos irá a tumbarse, a pensar mirando al Oeste, hacia la luz de la oscura noche negra. Con sus ojos hundidos, es el único que ha aprendido a ver. Repasará sus poemas y se irá a dormir.

1 comentario:

  1. Una representación bastante fiel de la perspectiva que puedo tener cuando veo a alguien intentando ganarse la vida con su arte. Además la cruda vida que puede llevar un indigente en la ciudad. Yo traté de narrar la de uno de pueblo, pero no me había planteado cómo podía ser en la ciudad.
    Muy bueno, sí señor.

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