lunes, 22 de febrero de 2010

Visita

Un segundo más tarde,nuestra habitación se vio honrada con la visita de una de las mujeres más bonitas de Madrid. Su encantadora delicadeza, gracil y exquisita manaba de su persona como un perfume. Sus ojos mostraban un extraño brillo y un violento esfuerzo de voluntad cerraba sus labios sensuales.

-¿Habéis recibido la visita de mi padre?
-Vuestra señoría me coloca en una situación muy difícil. He de advertiros que lo que intuyo que buscais no es muy fácil de conceder.
La dama se mordió los labios
-Bien, bien, no insistiré más.
La mujer, lentamente, majestuosamente, salió de la habitación como había entrado.

-Una extraña visita a tan altas horas ¿Os fijásteis cómo procuró ponerse de espaldas a la luz? Indudablemente lo hizo con intención de ocultar las sensaciones que se reflejaron en su rostro. -dije al oir ya el fru fru de su vestido en la puerta del vestíbulo.
-¡Ay, compañero! ¡La mujer es siempre un enigma!Sin embargo, ciertamente he considerado una locura edificar hipótesis sobre ese arsenal que se llama imaginación de mujer. Los actos femeninos, aun los mas vulgares, tal vez se relacionen con hechos de suma gravedad, y quizá lo que es para ellas de honda transcendencia dependa de alguna horquilla que se ha perdido.

jueves, 18 de febrero de 2010

Suburbia

Ciudad de la muerte, al extremo de la otra carretera perdida. Lugar repleto de señales engañosas que no llevan a ningún lugar. Ciudad del maldito, con jóvenes con la cara sucia, que no parece importarles hoy a nadie.

Angel es hijo de la furia y del amor, un profeta de los suburbios. Su dieta se basa en Soda Pop y Ritalin. No teme a sus pecados, y siempre tiene quien acompañe sus sábanas. Pero no hay nada malo en él, es lo que se suponía que tenía que ser, lo que le deparaba la vida. Vive en una tierra que le hace creer, que nadie cree en él.

Era un joven católico, de clase respetable y bien peinado, pero un día conoció a María, el maldito día que probó la cocaína. Su vida en la noche parecía llenarle un nuevo ansia, pero todo era una ilusión, pues un agujero negro tomaba forma y le devolvía la mirada. Cambió su camisa por ropa enlutada. Cambió su cruz por tachuelas en la cara. Su decencia por la nocturnidad perpetua.

Pero no hay nada malo en él, es lo que se suponía que tenía que ser. En el rincón del olvido, en un mundo que ya nadie quiere advertir, se agazapa Angel buscando algo de compañía, alguien que no le vaya a traicionar. Pero está solo, como todos nosotros.

Si estás leyendo ésto, no puedo o no quiero recordar qué es lo que me comentabas. Ten muy en cuenta que el espacio que hay entre la locura y la inseguridad es demasiado estrecho.

No me importa si no te importa.

domingo, 14 de febrero de 2010

Dulce et Decorum est...

Jóvenes e ingenuos, no estarán en casa para la cena. Con el corazón henchido de orgullo patrio se arrastran por un mar de astillas como una sierpe, sin pensar. Palabras vacías, pensamientos inútiles y retórica ajena les empuja vendiendo una victoria aún no conseguida. ¿Sobra, o quizá falta información? Desde luego, demasiada información no es buena para nada. Pero al menos se debe tener ética, se debe tener moral.

Pasa el tiempo y se recae en la malograda situación. Trasmutado lector, no recurras a los intereses, pues tu responsabilidad es no inculcar esa “vieja mentira” a esos jóvenes sedientos de gloria, pues son capaces de morir por ella. Tu responsabilidad es limitar y guiar a los hombres, no hacerlos caer.
Envías a tus compatriotas a una costosa misión en la que corren un creciente riesgo, y sin embargo luego no asistes a sus funerales.

* * *

Wilfred Owen tenía razón. Pero yo añadiría algo más a su postura: Es inútil el orgullo y luchar por otros. Hay que luchar por uno mismo y no solo como autorrealización. Dejemos las escisiones y la verborrea sin sentido.

La guerra hoy no es una variable a tener en cuenta, y más si implica responder a intereses vacíos y golpes entre hermanos.

¡Detente!
¡Está ocurriendo de nuevo!
¡Nos estamos consumiendo!

¿Dulce et decorum est pro patria mori?

miércoles, 10 de febrero de 2010

El Reloj del salón

Apurando lo que quedaba en la copa se levantó del sillón. Ese sillón que ya había adoptado como suyo en solo unos meses de estancia en la vivienda. El reloj del salón marcaba la 1:00 y aún seguía esperando. En este día se había repetido lo mismo de siempre y de la misma forma. No había ocurrido nada especial. Permaneció unos minutos observando por la ventana con la mirada perdida.

Solo se oía el tic tac del reloj, que recortaba el tiempo con sus engranajes. Quizá el tedio le mataba, quizá algo le hacía sentir intranquilo, pero allí, delante de la ventana parecía aguardar algo. Evidentemente se encontraba solo en la casa. Se acarició la mal rasurada barba y girando sobre sus talones regresó al lugar que antes ocupaba.

Abrió un libro que tenía junto a él, acarició suavemente una de las páginas, y como un acto reflejo volvió a cerrarlo. El reloj del salón marcaba la 1:15, y aún esperaba. Era un día como otro cualquiera, donde todo se había repetido de la misma forma.

No había ocurrido nada especial.

lunes, 8 de febrero de 2010

Exámenes.

"Yo sueño que estoy aquí,
en éste cuarto atrapado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me ví.
¿Que es suspender? Su profesión.
¿Que es aprobar? Una ilusión,
Una sombra, una ficción,
pues un 4,5 es pequeño:
todo aprobado es sueño,
y los sueños, sueños son."