martes, 23 de marzo de 2010

Regreso

Tenemos que estar despiertos conduciendo bajo el sol, pendientes de ver nuestro primer rincón. Mi hogar, aquí regreso, justo de donde salí. Parece que mi sombra pesa una tonelada mientras conduzco por la autovía. En la radio escucho lo que sentimos, trasfigurando nuestro ánimo con cada canción diferente. Justamente ahora nada ni nadie puede pararme, tengo el depósito lleno y una voluntad férrea.

Repaso mi recorrido, comiendo en cafeterías de carretera apenas huevos fritos, en esos tugurios cuyas puertas de los baños están autografiadas por solitarios nómadas. He dormido en incómodas camas, cuyas sábanas grises han visto albergar demasiadas historias diferentes. Pero no conducía solo.

Basta un poco de espíritu aventurero para estar siempre satisfechos, pues en esta vida, gracias a Dios, nada sucede como deseábamos, como suponíamos, ni como teníamos previsto.

Yendo y viniendo de mi casa, pensando mas en ti, haces que te siga el juego. Mi hogar, aquí llegamos, justo del lugar de donde salimos.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Suerte

¿Alguien es capaz de definir lo que es tener buena o mala suerte? Yo no. Muchas veces no basta con ser afortunado, además hay que tener buenas piernas para salir de los líos. Aunque si tienes el dinero suficiente, un buen matón puede hacerte un apaño. Creo que uno no sabe si ha sido afortunado hasta que se muere. Y entonces ya es demasiado tarde.

¿Por que es tan hipócrita la gente con respecto a su suerte? Algunos se sienten realmente bien con una situación, y frente a los demás muestran desdén, oposición o rechazo. No lo entiendo, ¿Quieren llamar la atención? Solo se engañan a sí mismos, y a medias.

La suerte depende mucho del enfoque que cada uno le dé. Se puede decir que alguien es afortunado cuando siente que está bien con lo que tiene, con lo que hace o lo que dice, pero eso sólo es una vertiente. Suerte también es salir de una situación comprometida de forma airosa, ganar en juegos de azar o realizar acciones tal y como te las propusiste.

Amenudo sucede que uno se compara con el resto de los mortales que se cruzan en su camino y juzga no tener suerte por intentar o ansiar lograr un ideal imposible de alcanzar. Cuando la persona reflexiona y se compara con los que realmente sufren, se da cuenta que en realidad es mas afortunado que aquellos.

Sin embargo éste pensamiento no logra calmar la sed de lo que se intenta lograr.
"Reflexiona, pero no te sentirás mejor."

-HaWK-

martes, 2 de marzo de 2010

Ah, putrefacción

Todo empieza y todo acaba. La decadencia corporal constante nos acecha en cada esquina, con la atenta mirada del sigiloso Segador de Espíritu esperando su deliciosa oportunidad. Según éste enlutado ser, la vida es como una cerilla, prende con un luminoso fulgor, y la llama va menguando hasta no quedar más que una estela de humo que se desvanece en la nada.

Si logra encontrar la oportunidad adecuada, no dudará un instante en sesgar el fino hilo del que pendemos sin ser conscientes. El Segador no conoce amigos, ni le afectan las simpatías. Le encanta el olor a putrefacción.

Tiene permiso a cualquier fiesta, aunque nunca porte invitaciones, siempre en pie, con calma, termina de hablar el último. No hay alegría ni dolor en lo que dice. Su expresión es sencilla, simple. Vistas canas o juegues en el patio de atrás, siempre acabará dirigiéndose a ti para saludarte. ¿Entonces es simpático? Tampoco importa, pero creo que le cuesta integrarse, pues poco duran sus contactos sociales.

El día que caminemos a su lado, no podremos llevar mas que unas pocas cosas junto a nosotros. No serán ni nuestras pertenencias, ni el dinero acumulado. Seamos ricos o pobres, nos atenderá educadamente con la misma gélida sonrisa haciendo que os vacieis los bolsillos.

Somos tan solo unos bonitos seres en constante proceso de descomposición. Sonreíd, pues pese a esa desagradable verdad, no parecéis llevarlo tan mal. A algunos se os ve hasta felices. ¡Ja!

Recuerda a tan solo un puñado de buenas compañías o seres especiales, pues es lo único que te seguirá al atravesar el abismo.

Ah, putrefacción.