jueves, 7 de junio de 2012

Días del futuro pasado

Lo que está muerto, no puede morir. Lo que ha pasado, no va a pasar.

A 3 días del mes de junio de 1742 partí con nuevo barco para comerciar con las colonias españolas, por a la deteriorada relación, según se dice, con nuestro país a razón de la sucesión de su rey. El joven capitán Halley, haciendo caso omiso a los gritos de los tripulantes había desplegado los juanetes, pese al mal estado de los masteleros debido a que nos perseguía varias horas un corsario. En plena tormenta perdimos al funesto sabueso, pero antes de que pudiéramos alegrarnos se oyó el siniestro crujido de la madera al romperse y el palo trinquete se desplomó en la cubierta con sus velas como sudarios. El mar y el Diablo nos llamaba.

Ya son siete los días que llevo varado en una isla con las esperanzas de ser rescatado mermando. Cada minuto y cada segundo recuerdo tu cara Mary, imaginando que soy capaz de volver hacia atrás y que elijo seguir mis sentimientos y no mi tozudo juicio. Me imagino que te beso, que me caso contigo y que te vuelvo a besar mil veces mas. En esta semana he viajado a tu lado y nos hemos acostado para tener por lo menos dos docenas de hijos. Finalmente hemos envejecido juntos, para volver a regresar al instante que pude tenerte, pero te perdí. El ciclo no terminará jamás.

Vivo días del futuro pasado, y cada vez que vuelvo a empezar nuestro camino unidos se llena de matices nuevos. En esta vida no podremos estar juntos físicamente, pero hemos vivido mil aventuras amándonos, riendo, siendo felices. Te estoy escribiendo una carta que no te llegará jamás y sin embargo es lo mas cuerdo que he hecho nunca.

Mary, la Providencia me ha castigado siempre por dejarte marchar. No temas por mi muerte, porque lo que está muerto no puede morir, y desde que nos separamos dejé de caminar entre los vivos.


-Tu Navegante-


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jueves, 8 de marzo de 2012

El Sobre #1

En la radio podía escucharse “Blue 7” de Sonny Rollins. Blanco empezó a doblar la ropa depositada encima de la silla de su cuarto, ropa que llevaba ahí amontonada estos tres últimos días de enfado con el universo. A diferencia de sus hábitos diarios, se había levantado cuando rayaba el alba y había estado dedicándose a limpiar concienzudamente el piso donde vivía. Por la disciplina con la que llevaba a cabo las labores, cualquiera diría que había pasado una temporada en el ejército. Incluso si observabas bien, podía asumírsele cierta pose de dignidad militar.

“Todo va a ser diferente ahora” pensaba. “Borrón y cuenta nueva. Merezco mucho más”.

La radio cambió de canción, y empezó a sonar una versión instrumental de jazz de “I Fall to Pieces”. Blanco se sentó en la cama perfectamente hecha y se tumbó mirando un punto fijo del techo. Se puso en pie de un salto, cogió su abrigo, se alisó la camisa y salió por la puerta. Sabía perfectamente dónde tenía que dirigirse.

***
Justo siete días antes, se hallaba sentado cerveza en mano en un pub. Enfrente de él podía leerse en letras de neón “Strawberry Fields”. A su derecha estaba Cyan, con aspecto de haber pasado la noche en todas las esquinas de la ciudad. A su izquierda estaba Verde, vistiendo un traje color hierva con la corbata desanudada.

-Te lo juro –decía Cyan- sea acercó la tía y me dijo: Murcia tan seca y yo tan húmeda.

-Venga ya –corearon Blanco y Verde.

-Es la indirecta más directa que me han soltado en mi vida. No podría decirse que fuera precisamente tímida la chica. Tenía el piso igual que la página 72 del catálogo de IKEA.

-¿Y tu sabes que muebles hay en la página 72? –Respondió Blanco.

-No, pero seguro que son esos. Por cierto Blanco, ¿Que tal te va con Acacia?

-Ni idea –se paró a pensar un segundo-, no entiendo a las mujeres, y ésta es la más difícil de entender. Ahora no sé en que sitio nos encontramos, se encuentra ella o me encuentro yo. Es una maldita montaña rusa. Pedid otra ronda, voy un momento al baño.

Atravesó el local decorado de madera y descendió por las escaleras que llevaban a los aseos. Se puso frente al espejo y miró el teléfono. Dudó un momento si llamar o no, y volvió a meterse el teléfono en el bolsillo. Orinó, se lavó la cara, miró su rostro y abrió la puerta.

Frente a él se encontraba un hombre con unas gafas de sol redondas que vestía un traje negro. Su cara bien afeitada era coronada por un sombrero de fieltro del mismo color que el traje. Se metió la mano en el bolsillo interior de la chaqueta y sacó un sobre. Estuvieron unos segundos mirándose hasta que el extraño personaje le entregó el sobre a Blanco.

(CONTINÚA)

sábado, 28 de enero de 2012

Tabú del mirar

Llega la época de exámenes y empiezo a dedicarme a pensar más que a estudiar. En ésta ocasión le ha tocado a mi cerebro los temas de la prohibición y el veto.

La mayoría de la gente piensa que los tabús que existen actualmente en la sociedad son delirios bebidos de la religión. Yo no pienso así. En mi opinión, los tabús son producidos de alguna forma por causas evolutivas.

La mayoría de las sociedades consideran un tabú el exceso de intimidad, de sexo o de libre expresión de las emociones. Esto varía de una cultura a otra, pero habría que añadir uno supremo, el que concierne al contacto visual, ya que tiene vinculación con la intimidad, estimula las emociones y sirve como exploración sexual. De él derivan los otros tres, y como ejemplo puede resultar el mirar descaradamente a una mujer a los pecho o al culo.

Los monos y simios, nuestros parientes más cercanos, saben cómo controlar su mirada y sus actos para poder vivir en sociedad. Si cualquiera de nosotros nos acercásemos a uno de ellos con una mirada fija, con total seguridad seríamos recibidos con una amenazadora exposición de su endodoncia y una actitud nerviosa y agresiva.

Cuando se mira fijamente a otro, sea hombre o simio, se dan señales de que su atención está centrada en él, pero no están claras las intenciones. Parece realmente curioso que sin tener que enseñárselo explícitamente a los niños, ya conocen las formas de comportamiento y de espacio social ocular.

El contacto visual nos hace sentir expuestos y vulnerables. Tal vez sea una de las razones que induce a la gente a hacer el amor a oscuras, limitando la vulneración y permitiendo explorar con otros sentidos.

Es cierto que una mirada lo dice todo, y mirar es un arte que puede producir tanto respeto, como tension sexual. La suma de tiempo acumulado en mirar tiene cierto significado, y las pupilas o la dirección de los ojos al pensar son como un monitor directamente al cerebro. Pero voy a dejar estos temas para otra ocasión, que al final siempre acabo hablando de cosas que no tenía intención en un principio.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

El día en el que todo el mundo olvidó.

Junto a los restos de la cena, sentado en un sillón, mira el hombre donde no hay nada, una noche de frío invernal. La pared lisa salpicada de manchas crea caras de satisfacción, que parecen graciosamente que se burlan de él.

Hoy es Nochebuena, lugar de encuentros con la familia. Sin embargo, como otro año más parece que ésta ha olvidado al viejo cansado. No han llamado los hijos, ni le han visitado los nietos.

Los recuerdos de su lucha por sacar a su familia adelante es todo lo que le queda. Algo que no parece su gente apreciar, pues el viejo les estorba. No sirve para nada ni encaja en sus vidas.

Ellos le veían desgastado y muerto. Ahora él se ve vivo y los observa muertos. Se levanta del sillón, y recoge su escopeta junto a los restos de la cena. Abre la puerta y susurra: Feliz Navidad Familia. Sonríe y se va.

"Recordad felicitar a los vuestros".

lunes, 21 de noviembre de 2011

¿Quien eres Tu?

"Mi nombre es Eric Spencer. Soy Acuario, me gusta los amaneces, los largos paseos por la playa y las chicas juguetonas".

Me había olvidado del sabor que tienen las cosas. Se me había olvidado también que las horas sirven para pararse a pensar. He vuelto como dicen: viviendo tranquilo, viviendo en libertad. Ahora puedo plantearme cosas como "¿Dónde está la otra mitad del Medio Oriente?", una pregunta que le quitaría el sueño a cualquiera, desde luego.

Se puede decir que he vuelto a ser yo. ¿Pero que es el “yo”? Es la causa que divide a las personas, nos encierra en nosotros mismos, sus actividades, por nobles que sean, nos separan y nos aíslan. Los momentos en los que el "yo" no está presente, en los que no hay sensación de lucha, de esfuerzo, son extraordinarios. Y esto ocurre cuando hay adhesión, afecto, amor.

Tenemos un montón de defectos que nos hacen comprender que estamos compuestos por varios “Yoes”. Dentro de cada persona viven multitud de personas. Por ejemplo: el “Yo” que hoy jura amor eterno a una mujer, es más tarde desplazado por otro “Yo” que nada tiene que ver con tal juramento; Entonces el sujeto se retira y la pobre mujer queda decepcionada.

Casi cada cinco minutos somos sustituidos por otro ser pensante. Nuestra persona física es manipulada cual marioneta por muchas otras personas internas que luchan por controlarnos el cerebro, el corazón y el sexo.

Por eso mismo es agradable cuando se recuerda que el “Yo” que te domina ahora (para bien o para mal) coincide casi a nivel atómico con un “Yo” que te poseyó en el pasado. Y eso es algo que te hace sentir bien un gran número de veces, quizá por nostalgia.

Y con la muerte me pregunto ¿Perdemos las personalidades interiores? ¿Nos quedamos con la última? No lo sé, pero si sé una cosa. Espero morir de forma rápida. No pienso esperar mi muerte en un hospital donde las enfermeras no estén buenas.



viernes, 5 de agosto de 2011

Documentación

Tras sortear unas botellas, unos policías se acercan a Gabriel y Miguel.

-Documentación por favor.

-¿Ocurre algo agente? -pregunta intrigado Miguel.

Un silencio incómodo

-Denme los DNI.

-Pero… ¿por que nos lo pide? ¿Nos va a multar? -Gabriel empezaba a ponerse nervioso.

-Por hacer botellón en la calle.

-Eso es un error, esto de aquí del suelo no es nuestro. No puede multarnos por esto, solo estamos pasando por aquí. Vaya y detenga a los chavales que corrían por allí y déjenos a nosotros en paz que no hemos hecho nada.

Los dos policías arrebataron por la fuerza los documentos a los jóvenes y se pusieron a anotar sus datos. Atónitos por la situación, Gabriel y Miguel notaban como su frustración se acrecentaba.

-¡Esto es una vulneración del derecho esencial de la libertad y del libre deambular! -Estalló Gabriel- ¿Han visto acaso como bebíamos? ¿Pueden demostrar que de verdad hemos estado aquí y que esto es nuestro?

-No lo necesitamos. La multa ascenderá a 300€ seguramente.

-¿Qué? Díganme su nombre y su número de identificación. -Volvió a gritar Gabriel- Díganmelo que les voy a meter una querella.

Ninguno de los dos policías abrió la boca ni se inmutó. Continuaron apuntando en su libreta como si las últimas palabras no hubieran existido nunca.

-Sois unos malditos hijos…

-Ya basta Gabriel. -susurró Miguel- alumbra con el móvil a la “chapa” y yo lo apunto.

-Pone 9639… pero aun así no sabemos su nombre.

-Ya pueden marcharse -dijo uno de los policías ofreciendo mas un imperativo que una sugerencia.

-Ya sé donde estábais vosotros cuando quemaron a aquel indigente. Buscando presas entre los pobres chavales sin un duro. Sois una vergüenza. -La sentencia de Gabriel no pareció gustarles demasiado.

-Le he dicho que pueden marcharse… a menos que quiera acompañarnos a comisaría. Tenemos té con pastas para todos los bocazas como tu.

* * *

Gabriel y Miguel se sentaron en un banco de un alejado parque. Miguel mientras se sacudía el polvo de los pantalones dijo:

-Colega, si alguien quiere joderte lo va a hacer. Pase lo que pase.

domingo, 10 de julio de 2011

Saudade

Con alegría damos la bienvenida a la brisa nocturna en los días de bochorno, y eso es lo que hace. Un calor impensable que derrite ambientes y sentimientos. Un calor extremo que no deja caminar de día, y que sigue acompañándote en tus torerías nocturnas, como una alimaña adherida.

Las danzas nocturnas, de mascaradas calaveras, titilan por las calles, cual fuegos fatuos, cual espectros. Pero que es en las aceras y en los callejones más recónditos donde encuentran su hogar, entre la suciedad del contexto y de las mentes. Son pasiones tomando cuerpo en un obsceno retrato.

A lo lejos suena una guitarra, desafinada al parecer, que toca una y otra vez los mismos acordes. Estos monótonos sonidos se funden con los del mar. ¿Pero aquí hay mar? No lo sé, pero deberían pintarlo. Aun así hace demasiado calor para darse cuenta.

Tengo saudade.