jueves, 8 de marzo de 2012

El Sobre #1

En la radio podía escucharse “Blue 7” de Sonny Rollins. Blanco empezó a doblar la ropa depositada encima de la silla de su cuarto, ropa que llevaba ahí amontonada estos tres últimos días de enfado con el universo. A diferencia de sus hábitos diarios, se había levantado cuando rayaba el alba y había estado dedicándose a limpiar concienzudamente el piso donde vivía. Por la disciplina con la que llevaba a cabo las labores, cualquiera diría que había pasado una temporada en el ejército. Incluso si observabas bien, podía asumírsele cierta pose de dignidad militar.

“Todo va a ser diferente ahora” pensaba. “Borrón y cuenta nueva. Merezco mucho más”.

La radio cambió de canción, y empezó a sonar una versión instrumental de jazz de “I Fall to Pieces”. Blanco se sentó en la cama perfectamente hecha y se tumbó mirando un punto fijo del techo. Se puso en pie de un salto, cogió su abrigo, se alisó la camisa y salió por la puerta. Sabía perfectamente dónde tenía que dirigirse.

***
Justo siete días antes, se hallaba sentado cerveza en mano en un pub. Enfrente de él podía leerse en letras de neón “Strawberry Fields”. A su derecha estaba Cyan, con aspecto de haber pasado la noche en todas las esquinas de la ciudad. A su izquierda estaba Verde, vistiendo un traje color hierva con la corbata desanudada.

-Te lo juro –decía Cyan- sea acercó la tía y me dijo: Murcia tan seca y yo tan húmeda.

-Venga ya –corearon Blanco y Verde.

-Es la indirecta más directa que me han soltado en mi vida. No podría decirse que fuera precisamente tímida la chica. Tenía el piso igual que la página 72 del catálogo de IKEA.

-¿Y tu sabes que muebles hay en la página 72? –Respondió Blanco.

-No, pero seguro que son esos. Por cierto Blanco, ¿Que tal te va con Acacia?

-Ni idea –se paró a pensar un segundo-, no entiendo a las mujeres, y ésta es la más difícil de entender. Ahora no sé en que sitio nos encontramos, se encuentra ella o me encuentro yo. Es una maldita montaña rusa. Pedid otra ronda, voy un momento al baño.

Atravesó el local decorado de madera y descendió por las escaleras que llevaban a los aseos. Se puso frente al espejo y miró el teléfono. Dudó un momento si llamar o no, y volvió a meterse el teléfono en el bolsillo. Orinó, se lavó la cara, miró su rostro y abrió la puerta.

Frente a él se encontraba un hombre con unas gafas de sol redondas que vestía un traje negro. Su cara bien afeitada era coronada por un sombrero de fieltro del mismo color que el traje. Se metió la mano en el bolsillo interior de la chaqueta y sacó un sobre. Estuvieron unos segundos mirándose hasta que el extraño personaje le entregó el sobre a Blanco.

(CONTINÚA)

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