Había una vez un viajero, cuyas andanzas y tierras visitadas abarcaban páginas y páginas de los mapas más diversos jamás hechos por el hombre. Los largos trayectos recorridos le valieron para convertirlo en un hombre valiente e inteligente que se dedicaba a relatar historias sobre los lugares que había visitado.
Ocurrió un día que dicho viajero de camino a un país que no había pisado antes, fue sorprendido por una potente tormenta. El viento silbaba medroso y airado, la lluvia caía tenaz, ya en ráfagas, ya en fuertes chaparrones, y el pobre hombre no tuvo más remedio que tomar un atajo para poder llegar antes a la ciudad.
El camino se hizo cada vez mas angosto, hasta que desapareció y el hombre disgustado regresó sobre sus pasos. Así pues, completamente perdido en mitad del bosque se lamentaba por su decisión. “Debí suponer que los atajos traen retrasos” murmuró el viajero.
Sentado a los pies de un olmo desesperado como estaba, oyó a lo lejos como un susurro, tres voces que pedían auxilio. Sin pensárselo ni un momento, el hombre se dirigió a la fuente de aquellos sollozos internándose entre los árboles.
Después de estar caminando un rato, se topó con una antigua cripta con tres puertas independientes. Y observó que los lastimeros gritos salían de cada una de ellas.
-Viajero, sabemos que estás ahí -dijo la primera voz.
- Sácanos de éste encierro -dijo la voz segunda.- Te recompensaremos.
-¿Quiénes sois y por que estáis atrapados en tan extraño lugar? -preguntó el viajero.
-Somos tres poderosos sabios, que fuimos encerrados por nuestros crímenes -explicó la tercera voz.
Desconfiado, se paró a pensar si marcharse del lugar o ayudar a tan extraños personajes, pero se dio cuenta que no sabía donde estaba.
-¿Cómo puedo sacaros si las puertas que os confinan son de piedra?
-Son puertas mágicas, y tan solo empujando hacia adentro se abrirán. -dijo la voz primera.
-Pero tendrás que saber que solo puedes abrir una de ellas y por tanto rescatarnos a solo uno de nosotros -explicó la segunda voz.
-¿Cómo sé que no me devoraréis si os saco?
-La gracia de los juegos está en tomarse en serio el papel -dijo la tercera voz.
(Sigue)