Tras sortear unas botellas, unos policías se acercan a Gabriel y Miguel.
-Documentación por favor.
-¿Ocurre algo agente? -pregunta intrigado Miguel.
Un silencio incómodo
-Denme los DNI.
-Pero… ¿por que nos lo pide? ¿Nos va a multar? -Gabriel empezaba a ponerse nervioso.
-Por hacer botellón en la calle.
-Eso es un error, esto de aquí del suelo no es nuestro. No puede multarnos por esto, solo estamos pasando por aquí. Vaya y detenga a los chavales que corrían por allí y déjenos a nosotros en paz que no hemos hecho nada.
Los dos policías arrebataron por la fuerza los documentos a los jóvenes y se pusieron a anotar sus datos. Atónitos por la situación, Gabriel y Miguel notaban como su frustración se acrecentaba.
-¡Esto es una vulneración del derecho esencial de la libertad y del libre deambular! -Estalló Gabriel- ¿Han visto acaso como bebíamos? ¿Pueden demostrar que de verdad hemos estado aquí y que esto es nuestro?
-No lo necesitamos. La multa ascenderá a 300€ seguramente.
-¿Qué? Díganme su nombre y su número de identificación. -Volvió a gritar Gabriel- Díganmelo que les voy a meter una querella.
Ninguno de los dos policías abrió la boca ni se inmutó. Continuaron apuntando en su libreta como si las últimas palabras no hubieran existido nunca.
-Sois unos malditos hijos…
-Ya basta Gabriel. -susurró Miguel- alumbra con el móvil a la “chapa” y yo lo apunto.
-Pone 9639… pero aun así no sabemos su nombre.
-Ya pueden marcharse -dijo uno de los policías ofreciendo mas un imperativo que una sugerencia.
-Ya sé donde estábais vosotros cuando quemaron a aquel indigente. Buscando presas entre los pobres chavales sin un duro. Sois una vergüenza. -La sentencia de Gabriel no pareció gustarles demasiado.
-Le he dicho que pueden marcharse… a menos que quiera acompañarnos a comisaría. Tenemos té con pastas para todos los bocazas como tu.
* * *
Gabriel y Miguel se sentaron en un banco de un alejado parque. Miguel mientras se sacudía el polvo de los pantalones dijo:
-Colega, si alguien quiere joderte lo va a hacer. Pase lo que pase.