domingo, 10 de julio de 2011

Saudade

Con alegría damos la bienvenida a la brisa nocturna en los días de bochorno, y eso es lo que hace. Un calor impensable que derrite ambientes y sentimientos. Un calor extremo que no deja caminar de día, y que sigue acompañándote en tus torerías nocturnas, como una alimaña adherida.

Las danzas nocturnas, de mascaradas calaveras, titilan por las calles, cual fuegos fatuos, cual espectros. Pero que es en las aceras y en los callejones más recónditos donde encuentran su hogar, entre la suciedad del contexto y de las mentes. Son pasiones tomando cuerpo en un obsceno retrato.

A lo lejos suena una guitarra, desafinada al parecer, que toca una y otra vez los mismos acordes. Estos monótonos sonidos se funden con los del mar. ¿Pero aquí hay mar? No lo sé, pero deberían pintarlo. Aun así hace demasiado calor para darse cuenta.

Tengo saudade.



No hay comentarios:

Publicar un comentario