domingo, 14 de febrero de 2010

Dulce et Decorum est...

Jóvenes e ingenuos, no estarán en casa para la cena. Con el corazón henchido de orgullo patrio se arrastran por un mar de astillas como una sierpe, sin pensar. Palabras vacías, pensamientos inútiles y retórica ajena les empuja vendiendo una victoria aún no conseguida. ¿Sobra, o quizá falta información? Desde luego, demasiada información no es buena para nada. Pero al menos se debe tener ética, se debe tener moral.

Pasa el tiempo y se recae en la malograda situación. Trasmutado lector, no recurras a los intereses, pues tu responsabilidad es no inculcar esa “vieja mentira” a esos jóvenes sedientos de gloria, pues son capaces de morir por ella. Tu responsabilidad es limitar y guiar a los hombres, no hacerlos caer.
Envías a tus compatriotas a una costosa misión en la que corren un creciente riesgo, y sin embargo luego no asistes a sus funerales.

* * *

Wilfred Owen tenía razón. Pero yo añadiría algo más a su postura: Es inútil el orgullo y luchar por otros. Hay que luchar por uno mismo y no solo como autorrealización. Dejemos las escisiones y la verborrea sin sentido.

La guerra hoy no es una variable a tener en cuenta, y más si implica responder a intereses vacíos y golpes entre hermanos.

¡Detente!
¡Está ocurriendo de nuevo!
¡Nos estamos consumiendo!

¿Dulce et decorum est pro patria mori?

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