jueves, 18 de febrero de 2010

Suburbia

Ciudad de la muerte, al extremo de la otra carretera perdida. Lugar repleto de señales engañosas que no llevan a ningún lugar. Ciudad del maldito, con jóvenes con la cara sucia, que no parece importarles hoy a nadie.

Angel es hijo de la furia y del amor, un profeta de los suburbios. Su dieta se basa en Soda Pop y Ritalin. No teme a sus pecados, y siempre tiene quien acompañe sus sábanas. Pero no hay nada malo en él, es lo que se suponía que tenía que ser, lo que le deparaba la vida. Vive en una tierra que le hace creer, que nadie cree en él.

Era un joven católico, de clase respetable y bien peinado, pero un día conoció a María, el maldito día que probó la cocaína. Su vida en la noche parecía llenarle un nuevo ansia, pero todo era una ilusión, pues un agujero negro tomaba forma y le devolvía la mirada. Cambió su camisa por ropa enlutada. Cambió su cruz por tachuelas en la cara. Su decencia por la nocturnidad perpetua.

Pero no hay nada malo en él, es lo que se suponía que tenía que ser. En el rincón del olvido, en un mundo que ya nadie quiere advertir, se agazapa Angel buscando algo de compañía, alguien que no le vaya a traicionar. Pero está solo, como todos nosotros.

Si estás leyendo ésto, no puedo o no quiero recordar qué es lo que me comentabas. Ten muy en cuenta que el espacio que hay entre la locura y la inseguridad es demasiado estrecho.

No me importa si no te importa.

2 comentarios:

  1. Tu última frase me da muchísimo que pensar, cómo la sociedad olvida algunas cosas importantes. Cosas que ocurren a la luz del día y destrozan vidas, sin importarle a nadie lo más mínimo.

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  2. Un día en suburbia. Es interesante y espero que te importe que me importas.

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