sábado, 15 de mayo de 2010

En Vela.

El sonar de un relámpago, despierta a un joven perdido. Su pálido rostro resalta en el claroscuro de la estancia. Los vientos indignados le transportan a días pretéritos. Unos lejanos y amargos, otros dulces, breves y cercanos. Mas no hay lugar para la dicha en su ser.


El joven se incorpora y observa el cuarto de trazo irregular, acompañado por el repiquetear de la lluvia en las ventanas. Papeles revueltos han tomado posición y ocupan la mayor parte del espacio. Se agita, golpea la almohada y se despeina violentamente. Encerrado en las macizas paredes de la habitación el infame se desespera. Siente una rabia y unos celos que la paz nocturna no puede acallar.


Puede parecer extraño, pero esa inquietud que sacude sus pensamientos le hace sentirse más consciente de su espíritu. No hay duda de que su estado anómalo se debe a una extraña pasajera, que atormenta sus recuerdos en forma de burla o broma.


Un nuevo relámpago ilumina la estancia, y las sombras proyectadas con sus oscuras intenciones, llenan de tétrico ambiente el lugar donde se esconden. Y es entonces, entre murmullos y susurros, cuando el fantasma de otro día llena con su aroma el lugar. Y le hace recordar.
Semanas antes, en éste mismo cuarto, se hallaba tras una agradable velada el muchacho acompañado. Entre fricciones de sábana y respiraciones agitadas, ambos se rozaban. Y lamían. Y recibió les el alba aun despiertos y pensando, como aquello sucedió sin sobresalto.


Mas esta noche, le puede el disgusto. Pensando el joven está, de cómo ella pudo olvidar algo que él nunca podrá. Con el corazón oprimido revuelve los papeles buscando algo sin acierto. Mira aquí y allí, levanta libros y separa hojas, y tras unos segundos transcurridos, haya lo que requería. Lentamente recoge una imagen en sepia, en la que un rostro sonríe con mirada etérea. Se sienta y la observa.


Y medita. Pero él muestra el rostro de alguien que empieza a derrumbarse. Otro haz de luz ilumina el lugar, y a su vez el espectral caballero grita un nombre, mas en contraste susurra:
“El no tenerte me provoca insomnio”.



1 comentario:

  1. El insomnio no es más que otra forma de intentar evadir la realidad. Si la vida es sueño tal y como dices, si los sueños pueden construir una vida o hacerte seguir a delante, porque no esperar ver alguno de tus sueños hechos realidad.
    Insomnio... otra forma de poder ver tu vida, sigues hacia delante sin saber cómo, nublado, sin sueños que propongan una perspectiva en tu vida. Dale este giro, el insomnio puede depararte cosas que los sueños no. Siempre nos quedará soñar despiertos... después de ver como tu mundo se iba hundiendo poco a poco, como se te iba todo sin poder hacer nada porque el hacer algo era renunciar a ser tú, a tus principios, y convertirte en esclavo de algo que habías idealizado, tapizando la realidad con un velo de ilusión... el insomnio lo veo como otra oportunidad, para volver a crear una nueva perspectiva sobre algo o alguien desde ahí. Un nuevo principio en el que poder refugiarte, mientras que la tormenta pasa, los rayos se calman y la lluvia amaina... y quién sabe si al final de esa calle oscura, en la que te encuentras bajo la tormenta al final no veas una silueta aproximándose bajo la lluvia y aun con las ropas mojadas compartir el calor de los cuerpos solitarios...
    Aunque las fuerzas se agoten y cada vez queden menos esperanzas en este mundo. Aunque la vida parezca que sólo gira en círculos que se repiten una y otra vez y de los que no eres capaz de salir y vuelves a repetirte una y otra vez, entre dudas y miedos que no te dejan avanzar en el camino...los principios suelen estar donde tú los dejas, sacando algo de fuerza se pueden invertir las desilusiones, los sueños rotos y la esperanza nula para volver a extender las alas y volar libre de nuevo, sobre castillos de arena construidos a lo largo de los años que se van derrumbando. Y detenerse de nuevo ante ese paraje hostil para comenzar a reconstruir lo que alguna vez fue tu vida...

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