jueves, 28 de enero de 2010

Prólogo.

"Y aquel ocupadísimo joven, gastó tiempo en entretenerse escribiendo..."

Sí, tengo demasiado que hacer, pero me ha apetecido ponerme tonto y crearme un blog. ¿Por que? Porque soy un inconsciente.
¿De que voy a escribir? Ni idea. Supongo que haré lo de siempre, dejar que las neuronas fluyan libremente, sin sentido, con una extraña libertad que le da un toque bizarro a todo lo que sale de ese cráneo reseco que llevo por sombrero.


Además: ¿Por qué Séneca, Shakespeare o Anónimo pueden hacer frases célebres y yo no?

A partir de ahora tomemos como principio existencial una seriedad desenfadada, e introduzcámonos en lo absurdo, para sobrellevar ese extraño matiz cerca ya de la medianoche, en esas horas en que todo se vuelve dolorosamente nítido o angustiosamente desdibujado, donde todo toma un color diferente.
La ciudad se transforma, emerge como un ser sobrenatural que parece cobrar una inquietante vida propia.

Hagamos como Cyric o Murakami, convertidos en un puro y agudo punto de vista, no se nos debe pasar nada por alto. Abramos una pequeña grieta en nuestra conciencia y observemos como algo se dispone a enviar señales a este lado.

Pero solo somos un punto de vista, no se nos permite actuar.
La noche es larga.


Mi insomnio y soledad arrebatan mi coherencia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario